jueves, 7 de noviembre de 2013

Capitulo 2




            Observé su tarjeta personal pulcra y minimalista, de papel grueso y muy suave, fondo rojo y letras blancas, “Igarzabal & Vainstein, Arquitectos” además ponía varios números de teléfono y todos los demás datos de contacto. En un momento habré estado tan compenetrada con la tarjeta que olvidé continuar con mi tarea de subir las escaleras y cuando salió una mujer de uno de los departamentos se asustó, puede que haya sido porque es una escalera que se usa solo para el servicio doméstico o para emergencias y no esperaba la presencia de nadie parado ahí en las penumbras, pero yo estoy casi segura que fue más que nada por mi aspecto deplorable. Me sonroje, pedí disculpas rápidamente y continué subiendo cuatro pisos más “si, lamento haberte asustado pero esta es una emergencia, así que hice un correcto uso de las escaleras” me imaginaba diciéndole a la mujer, no podía arriesgarme a entrar por la puerta principal sin saber quien pudiese estar aún en el piso, lo más probable es que la mayoría de mi familia estuviese ya en el hotel donde se celebraría la ceremonia.
            Me toque las nalgas antes de llegar a la puerta de mi departamento, pero no sentí el bulto, ¡no tenia las benditas llaves! Toque el timbre sin cesar.
-“Margarita por favor abre la maldita puerta”.- Dije mientras escuchaba unos pasos acercarse a la puerta, la forma de caminar, todo el bagaje de ruidos torpes que hacia al andar, era ella no tenía duda. A lo largo de mi niñez tuve varias niñeras, incluso más de una al mismo tiempo, algunas no duraron ni un mes completo, sin embargo Margarita o “Marga” como le decimos en casa es alguien que estuvo constantemente en mi vida y por eso es a quien más asocio con un vinculo maternal, más que a nadie en este mundo de los seres vivos.
-¡Soy yo, Indira!-
 Abrió la puerta, la saludé apurada e ignoré todo el alboroto de cosas que dijo y preguntó, tal como una estrella engreída ignora a sus fans alborotados. En mi caso mi mala actitud fue por apuro, me bañé, me sequé el cabello, me puse todo el atuendo que ya tenía preparado en mi habitación y junto con Marga fuimos en taxi hasta el hotel donde se celebraría la boda. Como quien no quiere ver el mundo que la rodea entre como un relámpago casi sin saludar a nadie, me dirigí directamente a la habitación donde estaba la novia y golpee la puerta.
-¿Dónde estabas? Te estábamos esperando y no contestas las llamadas, tu padre está muy preocupado.-
-Es una historia larga, ¿podrías avisarle que ya estoy acá por favor?- Terminé de pronunciar palabra y la hermana de la novia salió de la habitación dejando una estela de perfume detrás de ella. Evidentemente llevan horas de producción acá y yo parezco una chica común con un vestido costoso, como si estuviese en medio de un “reality show” de moda y todavía me faltase la parte de peinado y maquillaje.
            Un poco de charla barata y de mi parte innata de ser políticamente correcta con la novia y algunas de sus amigas que estaban en la hermosa suite llena de deliciosa comida y champagne que cada vez que veía me revolvía todo el interior de mi ser físico. Mientras me maquillaban y peinaban aproveche para transportarme, cerré mis ojos y también mis oídos, no escuche mucho más de lo que decías, el ruido del secador de cabello ayudo bastante.
Cómo no puedo recordar nada de lo de anoche, jamás me había sucedido y ¿tiene que sucederme justo la noche en que aparentemente la pase con una chica? ¿Habrá sucedido algo con esa chica? ¿Quién es? ¡Maldición! Que ganas salvajes de golpearme la cabeza contra una pared de cemento, llevo años con esta arrolladora curiosidad acerca de mi sexualidad y cuando aparentemente me animo a comprobarlo, no lo recuerdo, un gran aplauso para mí. Dos minutos más tarde comprobé en carne propia que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede que tus deseos se hagan realidad y muy rápidamente. La pared de cemento que tan amablemente me regaló la vida para que pudiese partirme la cabeza contra ella, en esta ocasión, vino disfrazada de conversación seria y cursi con la persona que sería la esposa de mi padre.

-Cariño, no creas que no nos dimos cuenta de tu ausencia en la cena de anoche y en desayuno, sabemos que algo te sucede, a tu padre y a mí nos preocupas.-

- María, ocúpate de tu boda y tus asuntos que te va a ir mejor, soy adulta no necesito que te preocupes por mí, anoche salí de fiesta no es necesaria tanta charla.-

-Sabes muy bien que no soy tu madre pero te quiero como una, no tenes derecho a hablarme así. Al menos deberías darme una oportunidad, aunque sea una poner pausa a esta tensión, solo por la celebración de hoy, por tu padre al menos ¿sí?-

- Hoy tendrán una boda estupenda, lo sabes y ya ambos saben que tienen mi permiso a pesar de todo y ya salgamos que no me gustan estas conversaciones.

Intentó abrazarme pero antes de que apoyara un brazo sobre mi yo ya había dado tres largos pasos en dirección al hall donde esperaban las amigas de la novia.



Capitulo 1



                Una noche de viernes, como tantas otras en las que como por rutina Indira terminaba en una fiesta con gente de la facultad de arquitectura. En esta oportunidad no recuerda exactamente las coordenadas exactas, solo sabe que es en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, una casa de campo algo abandonada, bastante gente, música fuerte y estridente, luces de navidad decorando desde árboles  hasta alambrados, coloridas telas hacían las veces  toldos improvisados en algunas zonas del patio cubriendo los primeros rayos de sol.
Comienzo a sentir parte de mi cuerpo húmedo, mi brazo derecho dormido y mis ojos, mis ojos parecen cerrados con llave, me siento un vampiro. Me levanto e incorporo torpemente, mi mano aplasta un vaso descartable por lo que fue fácil comprender lo de la humedad, en cambio a mi brazo derecho lo detiene un cuerpo, una chica que parece estar profundamente dormida. Me escapo de ella y veo que estoy semi desnuda, mi camiseta ha desaparecido en algún lugar de la fiesta ¡¿Qué carajos?!

                Era una fiesta digna de envidiar para cualquier joven o adolescente, yo le hubiese regalado la situación a cualquiera que quisiera estar en mi lugar en ese instante, de hecho pagaría por ello. Mire la hora en el celular, 6.46 a.m. y pensé  en la suerte que tenia ya que mi celular no sufrió el mismo destino que mi camiseta. En tres horas seria el matrimonio de mi padre y yo estaba varada en algún lugar de Buenos Aires, el premio a la mejor hija creo que tendrá que esperar, de hecho al de la hija más o menos decente también.

        Camine entre escombros de lo que en algún momento de la noche fueron personas glamorosas, ahora sentadas en el césped o en sillas plásticas, otras dormidas tal como yo lo estuve momentos antes y hasta algunos cuantos osados y bastante puestos que seguían bailando como si no existiese mañana. Con mí intoxicada torpeza pisé algunas manos, incluso pies pero dudo que alguno de sus dueños lo notara, no sabía que buscaba hasta que lo encontré, encontré entre la multitud ese vestido dorado y negro moviéndose entre los rayos del sol, que ahora ya eran más fuertes.
-Me tengo que ir ya mismo.-
- ¡Ahí estas! Pensé que no te veía más en todo el fin de semana.-
- Si si, acá estoy, pero dale, me tengo que ir ¿te acordas del casamiento?-
- Pero es muy temprano vamos a la pileta dale.- Dijo esto tomándome el brazo y arrastrándome hacia la pileta.
No tenía caso me liberé de ella y seguí en mi búsqueda de una salvación. Di unos diez pasos más y vi a Diego muy ocupado con una chica, con la chica que estuvo persiguiendo durante semanas, no podía ir a interrumpir.


             Caí en la cuenta de que estaba perdida, por más de que Diego o Antonela hubiesen accedido a volver a la ciudad, estaban más intoxicados que yo, así que no hubiésemos llegado muy lejos. “Alguna solución tiene que existir” pensaba mientras miraba mis propios pies, mis zapatillas blancas ahora eran de color verde como el césped, bonito recuerdo. Comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos cuando por fin se me ocurrió una solución, la cual era llamar a mi padre y decirle que viniese a buscarme, eso implicaría arruinarle el día de su boda, aunque no llegar y hacerlo preocupar la arruinaría aún peor.
Entonces “¿Qué hago?” fue lo que me repetí en la cabeza mil veces sin poder responderme racionalmente, aunque mi cuerpo respondió irracionalmente. ¿Cuál fue la respuesta? Me agarre la cabeza y me deje caer en el césped y me quede mirando a la gente unos 10 minutos, que para mí o para cualquiera que  tiene que prepararse para un gran evento, sabrá de sobra que los minutos cuentan como horas.

- ¿Te sentís bien?-
-Si si, gracias.- Respondí, con un falso tono de tranquilidad sin levantar la vista.
- ¿Seguro, te puedo ayudar en algo?-
Levante mi cabeza para mirarla ya que estaba parada, aunque se había inclinado para acercarse y que pudiese oírla, la miré con los ojos entre abiertos, y con una mano tapándome la cara del sol.
-Perdón que me meta, es que te veo sola y quizás podías necesitar ayuda, nosotros ya no estamos yendo para el centro, si necesitas que te llevamos, tenemos lugar.- Dijo señalando a un grupo de personas que iban camino hacia la entrada de la estancia.
- ¿Podrían llevarme, No les importa que parezca una yonki sin remedio?-
-Jajaja, no está bien, además uno de los coches es mío, seguro tengo algo de ropa en el baúl para prestarte si queres.-
Le agradecí mientras me levantaba e intentaba ponerle algo de decencia a mi aspecto, me peiné con las manos, sacudí el césped de mis shorts y eché un último vistazo a la multitud intentando divisar a Diego o Antonela pero fue en vano. Cuando volví  a mirar hacia delante la mujer que se ofreció a llevarme ya se había adelantado así que comencé a caminar rápido para alcanzarla.



         Al llegar a la entrada donde estaban estacionados los autos, varios de ellos se despidieron entre sí, la mujer se tardo unos minutos hablando con un grupo de personas, las despidió y después se dirigió al baúl de al parecer su propio coche deportivo negro, tomo algo y se acerco para dármelo.
-No sé si es tu talle, pero para el momento te va a servir.-
-¡Gracias!- Exclame algo sorprendida por que el hecho de que esta mujer de identidad desconocida fuese tan amable conmigo y a la vez de cierto modo algo descortés conmigo ya que aun no se había presentado.
Me hizo un gesto para que me subiese en el asiento de acompañante, lo hice mientras me ponía la camiseta blanca que me prestó, la cual era apenas un poco grande para mí y ella se subió en el asiento del conductor al mismo tiempo. Noté que atrás había una mujer y dos hombres de aproximadamente 30 años, estaban los tres desmayados o profundamente dormidos.
-Siempre hacen lo mismo, se suben y a los dos minutos se duermen, mejor tener una copiloto.-  Dijo sin quitar la vista del espejo.

      Mientras retrocedía y estaba muy concentrada haciendo maniobras para sacar el coche de su lugar la mire de reojo algo disimulada, por algunos micro momentos simulaba mirar el parabrisas para disimular, sin embargo mi interés por mi salvadora de identidad reservada iba en crecimiento. Era una mujer de piel blanca, de aproximadamente unos 30 años, espeso cabello castaño, largo y ondulado, ojos verdes creo y una piel envidiable. Creo que llegue a ver algunas casi imperceptibles pecas en sus pómulos y giro la vista, me estaba mirando.

- Perdón, que tonta no me presenté, me llamo Clara.-
- Si disculpa yo tampoco me presente, perdón, soy Indira.-
-¿Vas para Capital, te queda bien, no?-
-Si, voy para Recoleta, pero a cualquier parte de la civilización que puedas acercarme va a estar más que bien.-
-Genial, yo voy para Puerto Madero, ellos también, así que te dejamos de paso.-
- ¡Ay, gracias! No sabes cómo me salvaste.-
-¿Si, y qué hacías sola, tus amigas consiguieron chicos para pasar la noche y vos no? Eso sí que no me lo creo.-
- Algo así, pero no tan así, el problema es que soy una imbécil y no tendría que haber salido anoche, en un par de horas es la boda de mi padre, es una historia larga.-
-Ya veo, igual tomamos la autopista no te preocupes, en 40 minutos más o menos llegamos.-
-¿Y vos? vos estas sobria que extraño.- Cuando terminaba de decir esto por el rabillo del ojo pudo ver una sonrisa en su rostro.
- Yo no disfruto intoxicándome, yo disfruto con otras cosas, además en unas horas tengo una reunión de trabajo.-
No entendí mucho lo de la reunión un sábado, tampoco me pareció apropiado seguir preguntando y hacerme la amiga de toda la vida cuando apenas si sabia su nombre, así que permanecí en silencio.

-Es que soy arquitecta, por si te lo preguntabas.- Dijo leyéndome la mente
-Ah claro, lo supuse.- Mentí para no parecer una retardada mental, debí haberlo supuesto, si todos los de la fiesta tenían que ver con el ambiente de la arquitectura o el diseño.
-¿Y vos, sos estudiante o cómo terminaste en la fiesta?-
- Si, estoy en primer año de arquitectura.-

        Llegamos a la primer cabina de peaje, hice el ademán de darle dinero para pagar pero no acepto, se inclino sobre mi buscando en la guantera algo de cambio para pagar  y hasta tuve que tirarte hacia atrás para que no me chocara, o más bien para no ponerme en su camino.
Acomodé mi  cabeza en el asiento mientras ella pagaba y cerré los ojos un momento, cuando los volví a abrir ya íbamos por Avenida del Libertador, me había despertado porque clara estaba tocando mi pierna cerca de la rodilla.

-Tenía que despertarte, es que no me dijiste tu dirección.-
-Eh, pero déjame por acá no es necesario qué hagas de chofer de una desconocida, ya hiciste más que suficiente por mi.-
-No me cuesta nada, además todavía tenes mi camiseta.-
-Rodríguez Peña y Alvear  y eh… lo de la camiseta, ¿te la puedo devolver otro día? No me da gracia entrar así al edificio o a mi casa, o si no es muy importante te compro una nueva, como prefieras.-